19.5.06

Reprimidos, destrampaos!

Leí algo sobre los reprimidos y sobre cómo les va peor mientras más se aguanten. A todos mis amigos reprimidos (ja, ninguno de ellos leerá esto), en especial a uno de ellos, le dedico ésto:

Todos tenemos nuestra mente imágenes o pensamientos desagradables de vez en cuando. En la mayoría de las personas estas ideas se van solas, pero en algunas personas estos pensamientos están ahí como palomitas sin control, explotando por todas partes, todo el tiempo.

Persona con estreñimiento, psoriasis o por qué no? ansiedad

La presencia de estos pensamientos molestos es característica de algunos trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno por estrés postraumático y muy especialmente, del trastorno obsesivo-compulsivo (mi favorito).

Cuando aparecen estos pensamientos, las personas usualmente tratamos ejercer de controlarnos para hacerlos desaparecer. El problema es que, a veces, cuánto más intentamos alejar de la mente estos pensamientos, más reaparecen.

De hecho, ahora hay un anuncio de televisión del Seat Ibiza que sugiere que una vez veamos el nuevo modelo, no lograremos dejar de pensar en él por mucho que lo intentemos. Los creadores de este anuncio se inspiraron en el caso de Tolstoi, el cual le dijo a su hermano "quédate en el rincón hasta que dejes de pensar en un oso blanco", parecía fácil obedecer, pero el joven Leon Tolstoi pasó horas en el rincón pensando sin parar en osos blancos.

Aquí como el joven Tolstoi se chaquetea con el oso, hazle click para ver el comercial.

La cosa es que un tal Wegner, conociendo el caso de Tolstoi, pidió a un grupo de universitarios que durante unos minutos no pensaran en un oso blanco, mientras que en una fase posterior del estudio tenían que pensar en osos blancos. Por otro lado, otro grupo de estudiantes actuaba como condición control y recibía las mismas instrucciones pero en orden inverso. Los resultados de este curioso estudio mostraron que aquellos que tenían que suprimir inicialmente los pensamientos, con mayor frecuencia pensaban después en osos blancos, fenómeno al que se llamó "efecto rebote". El descubrimiento de Wegner refleja numerosas situaciones de la vida cotidiana, en las que los arduos intentos de supresión de una determinada idea o imagen producen el efecto contrario al que se pretendía.

Tal Wegner, un divertido psicólogo que estudia la represión y que gusta de fotocopiarse en sus ratos libres

Hay de un 10 a un 20% de personas que son capaces de reprimir eficazmente los recuerdos desagradables. A estos sujetos llamados represores (porque sí, porque a alguien se le ocurrió) y se les identifica por sus bajas puntuaciones en cuestionarios de ansiedad rasgo y sus altas puntuaciones en defensividad o deseabilidad social.

Los represores, por ejemplo, sabemos que tienden a no expresar emociones negativas tales como la ansiedad o la ira, que presentan un pobre recuerdo de sucesos emocionales negativos, que intentan inconscientemente ocultar su malestar interior, tratando, por el contrario, de ofrecer una imagen positiva de sí mismos. Pero, se ha comprobado que la tendencia a no expresar las emociones negativas hace a estos individuos más proclives a padecer a largo plazo trastornos psicosomáticos o incluso enfermedades más severas como el cáncer.

Y por reprimido, te vuelves loco!

Los represores se perciben a sí mismos como muy eficaces a la hora de controlar a voluntad sus pensamientos molestos, pero si bien son muy buenos para suprimir sus malos pensamientos a corto plazo, tienen más probabilidades de experimentar efectos rebote una vez han abandonado los intentos de control.

En resumen, ciertas características personales, como la posesión de un estilo represivo de afrontamiento, pueden provocar que algunas personas tengan mucha facilidad o en cambio enorme dificultad cuando intentan controlar sus pensamientos molestos.

El artículo original puede encontrarse en la revista Psicothema: Luciano, J. V., & Algarabel, S. (2006). Individual differences in self-reported thought control: The role of the repressive coping style. Psicothema, 18, 228-231.

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